El padre Vic tiene una nueva misión

Noticias

El padre Vic tiene una nueva misión

El padre Vic celebra una boda en su nueva misión Santa Juana de Arco en Plymouth, Carolina del Norte.

Por Omar Cabrera

A sus 71 años, el padre Vic Subb volvió a una misión. Su nuevo hogar es un pequeño pueblo situado a orillas del río Roanoke, en Carolina del Norte. Plymouth tiene algo más de tres mil habitantes y se encuentra a poco más de una hora del océano.

“Es un pueblo que tiene dificultades económicas, pero tiene mucha belleza”, dice el padre Vic. “Creo que la gente parece ser buena. La población está compuesta de diferentes razas, pero parece que la gente vive en armonía, y esa es una gran ventaja”.

El nuevo hogar del padre Vic y el hermano Craig es un pueblo de poco más de 3,100 habitantes.

El padre Vic llegó para servir en la misión Santa Juana de Arco, donde los hispanos constituyen la mayoría de los feligreses. A media hora de ahí se ubica otra misión de Glenmary, en Williamston, un pueblo de unos cinco mil habitantes. Glenmary también tiene presencia en Windsor, otro pueblo a una media hora de los dos anteriores, donde viven la Familia Misionera Tavares y el hermano Curt Kedley, que apoya un banco de alimentos local.

Él padre Vic se muestra emocionado de volver a las misiones después de una pausa. “Vine en septiembre y me siento bien. Estoy comenzando a conocer a la gente”, dice, refiriéndose sobre todo a los feligreses católicos. “Ellos son un buen grupo de personas. Parece haber armonía, mucha armonía en la parroquia”.

Su compañero de casa en Plymouth es el hermano Craig Digmann, de Glenmary, quien realiza una labor ecuménica de acercamiento con iglesias de diferentes denominaciones y también apoya al padre Vic con tareas administrativas.

Pausa para mejorar la salud

Previo a su regreso a una misión, el padre Vic vivió durante poco más de año y medio en la casa madre de Glenmary en Cincinnati, Ohio. Había sido transferido ahí para atender asuntos de salud, incluido un cáncer de piel que requirió cirugía. Él también padece una neurosis que le provoca dificultad para caminar, por lo que se sometió a terapia física.

Su tiempo en Cincinnati fue muy fructífero, dice. “Tuve una cirugía de cáncer, cirugía de melanoma, así como una cirugía de catarata, así que fue bueno. Tuve la oportunidad de renovar algunas relaciones; también tuve la oportunidad de trabajar en la oficina, en la que trabaja mucha gente maravillosa, en Glenmary”.

El padre Vic saluda desde la entrada de su casa, en una rampa construida especialmente para él.

Durante su estancia en la sede central, el padre Vic apoyó al departamento de Desarrollo, que se dedica a recaudar fondos y mantener relaciones con los donantes de Glenmary.

Antes de mudarse a Cincinnati, el padre sirvió como párroco encargado de misión en Lafayette, Tennessee, durante más de nueve años. “Realmente, extraño a la gente de Lafayette. Sentí mucha cercanía con las personas. En muchos aspectos, me sentí como un pariente de ellos y ellos me abrazaron con mucha bondad, así que a veces me sentí como un abuelo, pero espero que haya sido más que eso, espiritualmente”, dice.

Una nueva realidad

Ahora, a cientos de millas de distancia de Lafayette y de Cincinnati, el padre Vic está adaptándose a su nueva comunidad.

Becky Barnes, una feligresa de Santa Juana de Arco, opina que el padre Vic “Está encajando bien. Se está llevando bien con las personas. Él es muy accesible para hablar y muy llevadero. Creo que realmente lo vamos a disfrutar”.

“Estoy aprendiendo mucho de él. Me gusta la forma simple en que él hace las cosas”, añade Arlene Purugganan, otra feligresa y miembro de uno de los coros de la parroquia.

Ambas mujeres dicen que uno de los retos del padre Vic será mantener vivo al grupo juvenil que dejaron los sacerdotes anteriores: el padre Richard Toboso y el padre José Carlos Miguel López.

“Una vez al mes, el padre Richard y el padre José se reunían con el grupo juvenil y tenían Misa. Normalmente, hacían algún tipo de deporte al aire libre, como voleibol. Ellos los llevaban al boliche y cosas como esa”, recuerda Barnes. “No sé cómo va a hacer el padre Vic para mantener su interés (de los jóvenes) elevado”.

Compartir con los feligreses, especialmente los niños, es un gusto para el padre Vic.

Desafíos

Con sus limitaciones de movilidad, el padre Vic no puede participar con los jóvenes en actividades que requieren intenso ejercicio físico. Pero asegura que el grupo juvenil de la parroquia continuará. Una de las opciones que él está considerando es cooperar con el sacerdote que dirige la misión de Glenmary en Williamston, el padre Vijaya Katta, y su grupo de jóvenes. “Mi plan es hablar con ellos, tal vez hacer algunas actividades juveniles juntos. Ellos tienen un programa juvenil mucho más desarrollado”, dice el padre Vic.

Otra tarea complicada para el padre aquí en Santa Juana de Arco es la visita a los hogares. Algunos feligreses viven a una hora de la casa parroquial, por lo que visitarlos implica prácticamente medio día, tomando en cuenta que solo para ir y venir se requieren dos horas de manejo.

A pesar de sus limitaciones de salud, el padre Vic asegura, como un buen pastor, que “Las visitas a los hogares son muy importantes. Así como ellos viajan desde lejos para venir a la iglesia, creo que yo también debo viajar lejos para visitarlos”.

Con todo, él está emocionado de volver al servicio activo en una misión. Es posible que esta sea la última en su vida, antes de convertirse en miembro ‘senior’. Por ahora, tanto él como los feligreses parecen estar adaptándose muy bien y disfrutando su tiempo juntos.

—Este artículo fue publicado originalmente en la revista El Reto. Puede solicitarla, completamente gratis, aquí.