Tres nuevos sacerdotes para mañana

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Tres nuevos sacerdotes para mañana

Kenneth Wandera, José López y Samuel Mungai serán ordenados al santo sacerdocio este sábado, 20 de marzo de 2021.

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Temblor, asombro, emoción, nerviosismo y felicidad. Estos son los sentimientos que expresan tres diáconos de Glenmary que serán ordenados sacerdotes este sábado 20 de marzo. Es una experiencia única en la vida, solo para aquellos que están llamados a ella.

A continuación, responden preguntas sobre sus opciones para aceptar el sacerdocio, sus mensajes para los demás y sus metas.

Diácono José López (originario de México).

– ¿Por qué preferiste convertirte en sacerdote en vez de tener una esposa o seguir cualquier otra vocación?
Podría fácilmente resumirlo citando un versículo del libro de los Corintios: “El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor”. (1 Corintios 7:32).  El servicio como sacerdote tiene muchas cosas que yo particularmente admiro en demasía. Siempre me preguntaba cómo era posible que el sacerdote hacia que Jesús se hiciera presente en el altar, siempre me pregunté cómo era posible que Jesús,  por medio del sacerdote, perdonaba los pecados del hombre.

Lo que más me llamó la atención de ser sacerdote fue que el amor del sacerdote no se restringe meramente a un grupo selecto, la familia, sino que abarca a la iglesia en general. El servicio del sacerdote va más allá de la familia. Mientras que el esposo tiene como prioridad velar por su familia, la prioridad del sacerdote es velar por su pueblo encomendado.

– ¿Cómo te sientes a pocas horas de ser ordenado sacerdote?
Con un poco de nervios. Humanamente hablando, con un poco de miedo a lo que viene; lo desconocido siempre causa temor; pero, también confiados en Dios, que es quien me acompaña en momentos como estos. Mucha gente que me conoce está pidiendo por mí y se siente la fortaleza del espíritu.

Por otra parte, también se siente mucha felicidad de saber que después de muchos años de formación, por fin mis sueños se hacen realidad. Este es el resultado de las oraciones de tanta gente que me han acompañado espiritualmente a través de todos estos años de estudios. El Señor ha sido bueno conmigo.

– ¿Cuál es tu mensaje para otros hombres y mujeres que sienten que posiblemente están llamados a una vida religiosa?
Que no tengan miedo de decir sí al Señor. El Señor te llama a servir desde cualquier tipo de vida que tú tengas. No tomes tu vida a la ligera, pregúntale al Señor qué quiere de ti, dónde quiere Él que le sirvas. El bullicio de la sociedad a veces no nos deja escuchar que Dios nos llama. Es necesario que le pongas pausa a tu rutina diaria y le digas a Dios, como Samuel: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.

– ¿Qué te gustaría lograr en tu trabajo como pastor en las misiones de Glenmary?
Por medio de mi servicio, me encantaría lograr que los feligreses me tengan esa confianza, como los hijos a sus padres. Al final, un sacerdote es como un padre para sus parroquianos. Me gustaría que los feligreses vean el rostro de Jesús en mi servicio, para que ellos también sean contagiados de ese hambre de servir a los que necesiten.

En cada lugar que sea enviado, me gustaría siempre ser alguien que contagie alegría paz y amor.

 

Diácono Samuel Mungai (originario de Kenia).

– ¿Por qué preferiste convertirte en sacerdote en vez de tener una esposa o seguir cualquier otra vocación?
Habiendo estudiado en un seminario menor, me sentí más atraído por el sacerdocio que por el matrimonio. Como sacerdote, soy padre de todos, de las familias.

– ¿Cómo te sientes a pocas horas de ser ordenado sacerdote?
Estoy muy emocionado, pero también nervioso.

– ¿Cuál es tu mensaje para otros hombres y mujeres que sienten que posiblemente están llamados a una vida religiosa?
Bienvenidos a bordo, sigamos nuestro camino con las metas de la evangelización, como dice el Evangelio: “La cosecha es abundante, pero los obreros pocos” (Mateo 9:37).

– ¿Qué te gustaría lograr en tu trabajo como pastor en las misiones de Glenmary
Hacer sentir la presencia católica en los condados donde no hay presencia católica y, si es posible, construir una iglesia.

 

Diácono Kenneth Wandera (originario de Kenia).

– ¿Por qué preferiste convertirte en sacerdote en vez de tener una esposa o seguir cualquier otra vocación?
Para mí, ingresar al sacerdocio no fue necesariamente una elección del celibato sobre la vida matrimonial, aunque en retrospectiva, eso está implícito. Fue una respuesta (todavía lo es) a las fundaciones católicas que recibí, entre las cuales la más importante fue puesta por mi madre.

Otra motivación en este camino fue el reconocimiento a los grandes hombres y mujeres misioneros que sentaron una base católica en mi ciudad natal. Quería seguir sus pasos. Como ellos, estaba dispuesto a dejar mi país para ir a lugares donde la necesidad es mayor y no hay presencia católica. ¡Glenmary se convirtió en ese lugar!

Cuando entré al seminario por primera vez, nunca hubiera pensado en los giros que me ha tenido esta ruta para llegar a este día y lugar.

– ¿Cómo te sientes a pocas horas de ser ordenado sacerdote?
Me acerco al sacramento de la Ordenación con temor y asombro. La inquietud probablemente venga de mis propias deficiencias y el asombro por la dignidad que otorga el cargo. “Tú no me elegiste a mí, yo te elegí a ti”, dice el Señor. No es de extrañar, aunque todavía soy un pecador fracturado, torturado y débil. Me asombra un Dios que me dice: “¡Te elegí a ti, no me elegiste tú a mí!” Este es un mensaje consolador de esperanza para cualquiera de nosotros que seguimos el camino de Cristo.

– ¿Cuál es tu mensaje para otros hombres y mujeres que sienten que posiblemente están llamados a una vida religiosa?
Dios es el que nos elige, y si nos sentimos indignos, está bien, Dios es el que hace el llamado, nuestra parte es cooperar con esta voluntad.

– ¿Qué te gustaría lograr en tu trabajo como pastor en las misiones de Glenmary
Como sacerdote de Glenmary, espero contribuir a la vida de nuestras misiones tanto en los sacramentos como en “mi vida de testimonio”. Como sacerdote, quiero asegurarme de que la gente de nuestros condados, especialmente los pobres y los que sufren, se sientan buscados y amados por Dios porque, como diría nuestro fundador, ellos son “los aristócratas de Dios”.

– Omar Cabrera