Un cambio de misión

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Un cambio de misión

Por John Feister

¿En qué consiste ser un misionero? Recientemente le hicimos esta pregunta al padre John Brown.  Él dejó su parroquia en Blakely, Georgia y fue asignado para servir en una misión nueva de Glenmary, en la Parroquia de La Santa Trinidad, en el este de Carolina del Norte.

Para el padre John, es una experiencia agridulce.  “Siempre me ha disgustado dejar mi misión como la del sur de Georgia”, dijo.  Él sabe que no volverá a vivir entre feligreses de nuevo.  Pero, “Dios está en todas partes”, dijo.  “Uno va  al siguiente lugar porque uno está siendo llamado.  Así que me voy a  Williamston, Carolina del Norte, una experiencia completamente nueva para mí”.

Ser un misionero no fue su primer sueño. El padre John recuerda cuando estaba en la universidad, en Worcester, Massachusetts, no lejos de su hogar, soñaba con convertirse en doctor, en formar una familia, y  en el tipo de casa que podría tener.

“Me encontraba en misa un domingo, y de pronto escuché algo claramente, mientras el sacerdote levantaba la hostia: ‘Tú, deberías estar haciendo esto’.  Existen personas en el mundo que no tienen los sacramentos, que no gozan de la presencia de la Iglesia”.  John salió de la iglesia ese día con un nuevo sentido y dirección para su vida y eventualmente terminaría en Glenmary.  ¡Eso es un llamado!

Pero el llamado ocurre una y otra vez para el misionero, tal como lo hace para cada uno de nosotros.  El padre John se encuentra sirviendo en el condado de Martin, en Carolina del Norte siguiendo su llamado, una vez más. Él dijo que ahí encontrará personas: “Que no tienen  los sacramentos ni un lugar de reunión, sin la plenitud en la Iglesia, quienes estan sufriendo porque viven en un lugar donde el 90 por ciento son personas que no entienden su fe. Un lugar donde los niños son los únicos católicos en la escuela, los padres son los únicos católicos en el trabajo.  La gente tiene dudas sobre la fe católica”.

En esta área, en el noreste de Carolina del Norte, donde una vez fue el hogar de las plantaciones con esclavos y después hubo fábricas textiles, alrededor del 21 por ciento de la población vive en pobreza.

La parroquia de La Santa Trinidad, en la Diócesis de Raleigh, ha existido por muchos años, pero en los últimos años la comunidad ha dependido de un sacerdote visitante para la misa dominical. La ausencia de un ministro católico, hacía que fuera difícil mantener una comunidad de fe, hasta que llegó el padre John.

Debido a la  ausencia de sacerdote, el padre John se enteró de que alguna vez cerca de 100 familias llegaron a asistir a misa.  Ahora, él está tratando de investigar los números reales. Aquí como en muchas áreas de Glenmary, la realidad pastoral está cambiando.  “Hay alrededor de 60 personas que hablan español”, dijo el padre John, debido a la afluencia de trabajadores agrícolas en los últimos años que se han establecido en el área.

Con este antecedente, el padre John tiene un sueño misionero para la parroquia.  “Dentro de un año, él espera que la gente diga: ‘Estamos contentos de que el padre John esté aquí, porque ahora tenemos un sacerdote de carne y hueso’.  Espero que en un año que el nuevo Consejo Pastoral esté funcionando y que las personas que hablan inglés y español, que ahora son amigables entre sí, encuentren maneras de cruzar la barrera del idioma”.

La misión es lo que obliga al padre John, junto con todos los miembros de Glenmary, a ir a las periferias.  El padre John no ve las cosas en términos elevados.

El  padre John irá a donde sea llamado.  Eso es lo que un misionero hace.  Él explica cómo sucede: “Podré decir: ‘Hola, soy el nuevo sacerdote’.  Y ellos dirán: ‘¡Por fin un sacerdote otra vez!’”.

Ese será el punto de partida para que el padre John comience a construir la parroquia a la manera de Glenmary: una familia a la vez.

Este artículo fue publicado en el boletín Boost-A-Month.