The “Lard” Be With You!

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The “Lard” Be With You!

Por el Presidente / Padre Dan Dorsey

El padre Chet Artysiewicz, mi predecesor como presidente de Glenmary, regresó recientemente de su período sabático, un programa de 4 meses en Australia. Aunque el idioma del programa fue el inglés, había  un problema. Los participantes de este programa venían de todo el mundo, diferentes culturas. El inglés fue el idioma común, pero la forma de hablarlo y entenderlo ¡no era común!

En un momento, para su sorpresa, una de las religiosas procedente de Vietnam observó: “Para mí, el acento de padre Chet es el más difícil de entender”.

Mientras que el padre Chet compartía con nosotros esto, empecé a pensar que todos tenemos diferentes acentos. Comúnmente estamos rodeados por personas que tiene un acento similar al nuestro, por lo que no lo notamos. Pero de cualquier forma, tenemos un acento.

Es posible que encontremos que algunos acentos son exóticos o pintorescos y  frecuentemente puede ser difícil entender a una persona. Por ejemplo, hace años cuando estaba en Roma, me encontraba estudiando junto a dos sacerdotes escoceses. Ellos solían compartir sus conocimientos e invariablemente yo no tenía idea de lo que hablaban. Para mi oído, el inglés que hablaban sonaba más como alemán debido a su naturaleza gutural. Por supuesto que ellos no tenían problema para entenderse y muy probablemente se iban de nuestras reuniones tratando de descifrar el inglés que  yo hablo.

Para explicar esto: Soy originario de St. Louis, y si han asistido a misa ahí, probablemente nunca han escuchado al sacerdote decir “The Lord be with you!” (El Señor esté con ustedes), sino “The Lard be with you!” (El Señor esté con ustedes). Lo que me ha llevado a darme cuenta de que mi colonia, región del país y mi origen étnico  han formado mi acento. No fue sino hasta que fui a la universidad en Memphis que empecé a notar los diferentes acentos.

El reto del idioma es entender a otras personas aunque su acento sea diferente al tuyo. No son solo las palabras, pero la cultura que el idioma refleja.

Aterrizando esto en misión: El reto es entender a aquellos a los que estamos sirviendo y evitar la tentación de esperar que hablen como uno. “Buscar entender y no ser entendido”, dice la Oración de San Francisco. Los mejores misioneros tratan a las personas con respeto y veneración.

Como misioneros de Glenmary estamos llamados a servir y vivir con personas cuyos acentos y culturas son diferentes a los nuestros. Nuestra misión es “echar raíces” (Jn 1:14) con aquellos con los que vivimos y llegamos a amar. Nuestro fundador, padre William Howard Bishop, instruía a sus misioneros  a “adoptar a todas las personas de su área de misión como propias. Cristo murió por cada uno de ellos. Ellos son suyos, porque ustedes son sus embajadores”.

Como ustedes los misioneros de Glenmary podrán encontrar personas que tienen diferentes acentos diariamente, distinto al mío y probablemente al de ustedes: aquellos que vienen de diferentes tradiciones de fe; los que tiene un país de origen diferente al suyo; los que tienen un color de piel diferente al mío; los que su primer idioma es el español, o un dialecto de las Filipinas. La gracia más importante para un misionero es escuchar con paciencia aun cuando no se pueda entender y después, escuchar más.

Los invito a que vean el documental ”Después de la Redada” en Netflix. En él aparece uno de nuestros sacerdotes, padre Steve Pawelk, y una de nuestra misiones en el este de Tennessee, San Juan Pablo II en el condado de Grainger. Mientras escuchan y ven, pongan atención en cuántos acentos pueden notar. Somos misioneros para las personas que hablan con cada uno de esos acentos.