La Virgen de Guadalupe nos cubre con su manto sagrado

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La Virgen de Guadalupe nos cubre con su manto sagrado

El Papa Juan Pablo II la proclamó “Patrona de toda América”, es decir del continente entero, desde el norte de Canadá hasta el sur de Argentina. El misionero laico Marco Tavares narra cómo la Virgen ha intercedido en su vida personal y familiar.

Por: Marco Tavares

Los esposos mexicanos Marco y Daisy Tavares trabajan para Glenmary organizando charlas, retiros y otras actividades espirituales.

Mis primeros recuerdos relacionados con la celebración de la Virgen de Guadalupe nacen cuando yo aún era un niño. Mi padre, un devoto matachín, dedicaba cada diciembre varios días para danzar en honor a nuestra Madre del cielo. Fue de esa forma que la semilla se plantó en mí. Varios años después, esa semilla se convirtió en un frondoso árbol con sus ramas apuntando hacia el cielo, después de que mi esposa y yo tuvimos nuestro encuentro con el Señor.

Pero permítanme contarles desde el inicio. El primer acercamiento con Nuestra Señora de Guadalupe se da precisamente en una parroquia dedicada a dicha advocación, en Hobbs, Nuevo México. Todavía resuenan en mí las palabras que le dirigí a Santa María de Guadalupe: “Dicen que tú eres la manera más fácil de llegar a Jesús; dile que aquí estoy, que le entrego mi vida y que quiero hacer Su voluntad”.

Esa pequeña oración se convirtió en el inicio de una nueva y profunda relación con nuestra Madre, que con el tiempo fue creciendo en respeto, amor y devoción. Decidido a conocer más a “mi Madre”, empecé a introducirme en la lectura para entender más la importancia de María en mi vida. Los primeros libros que me ayudaron a comprender y a fortalecer mi devoción fueron los de San Luis María de Montfort: “El tratado de la verdadera devoción”, “El secreto de María y El secreto del Rosario”. Cada vez me maravillaba más la forma en que una niña tan humilde y sencilla había creído y obedecido completamente a Dios, al grado de convertirse en una pieza fundamental en el plan de la salvación de nuestro Padre Eterno.

Comencé a enamorarme cada vez más y a dejar que Dios fuera tomando el control de mi vida a través del Santo Rosario. Años después, el Señor me haría el llamado a convertirme en misionero, y fue precisamente en las primeras misiones donde Nuestra Señora de Guadalupe empezó a ser parte fundamental de la misión de nuestra familia.

El padre Esteban Pawelk, de Glenmary, oficia misa en Tepeyac, México, en el mismo lugar donde la Virgen de Guadalupe realizó en 1531 una de sus apariciones.

En una ocasión en la que mis hijos se encontraban hospitalizados, yo tenía que cumplir con la misión que Dios me había pedido. Mi esposa me alentó a dirigirme a esa misión, así que con mis hijos en estado delicado, emprendí el viaje al lugar donde debía presentarme, no sin antes hacer la siguiente oración: “Señor, tú sabes que mi corazón está dividido. Yo haré lo que tú me pides, solo te pido: encárgate de mis hijos”. En ese momento, Nuestra Señora se hizo presente. En mi interior escuché una dulce voz que me decía: “¡Ay Juanito, Juanito!”. Yo respondí: “¿por qué me dices Juan?”, a lo que la voz respondió: “Porque un día, Juan Diego no quería cumplir la voluntad de mi hijo porque su tío estaba enfermo… Ve y cumple la voluntad de mi hijo y no te preocupes, porque tus hijos están bien”.

Lleno de alegría y confiado en esas palabras, seguí mi camino y justo antes de llegar a la tan esperada misión, recibí la llamada de mi esposa dándome la noticia de que nuestros hijos se irían a casa ya que después de que yo había salido del hospital, ellos habían reaccionado de una manera favorable y que ya no necesitaban estar más en el hospital. Fue entonces cuando le compartí a mi esposa lo que había experimentado en oración y no nos quedó duda de que la Virgen de Guadalupe había intercedido por nuestros hijos y Dios había realizado el milagro de su recuperación.

Debido a ese milagro que Dios realizó en nuestras vidas fue que me di a la tarea de conocer más a fondo el misterio de la aparición de Santa María de Guadalupe a Juan Diego. Comencé a leer el Nican Mopohua, un relato escrito por Antonio Valeriano, un noble y letrado nahua que narra las apariciones de la Virgen a Juan Diego. Al mismo tiempo empecé a ver documentales y conferencias sobre dichas apariciones, para poder así convertirme yo también en un mensajero guadalupano y esparcir su mensaje al pueblo de Dios.

La Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la ciudad de México, atrae cada año a cerca de 20 millones de visitantes.

Desde hace ya ocho años, he compartido en un sinnúmero de comunidades el mensaje y la enseñanza que Nuestra Señora de Guadalupe transmitió en esas apariciones. Es importante recalcar que para los mexicanos, esta es una de las devociones más importantes y arraigadas en nuestra cultura; existe incluso un dicho: “En México no todos son católicos, pero todos son Guadalupanos”; sin embargo, muchos desconocemos el verdadero mensaje que la Virgen viene a darnos. El mensaje central, y lo podemos encontrar en el códice náhuatl encontrado en la tilma de Juan Diego, es simple: “La llegada del verdadero Dios a México”. Los aztecas comprendieron este mensaje tan solo con mirar la tilma de Juan Diego y gracias a eso millones fueron bautizados en nuestra fe católica.

Como conclusión, la Virgen de Guadalupe no solo fue una aparición, sino el estallido de una nueva evangelización. Por tal motivo, hemos dedicado los últimos años a compartir y difundir la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe. Incluso, en las comunidades de Glenmary hemos visto los frutos de dicho mensaje, ya que tanto en la misión de Plymouth como en la de Lafayette, después de haber compartido la conferencia sobre la Virgen de Guadalupe, ha surgido ya un grupo de familias que devotamente, cada semana, se reúnen a rezar el Santo Rosario y a profundizar más sobre su fe. Todo esto gracias a que al igual que nosotros, se enamoraron de la Reina del Cielo.

¡¡¡Que viva la Virgen de Guadalupe!!!