UN SACERDOTE CON OLOR A CAFÉ
Un sacerdote con olor a café
Glenmary ordenó el pasado 20 de marzo a tres nuevos sacerdotes, entre los cuales destaca el primer latino en asumir esa responsabilidad en los 82 años de historia de la institución misionera. El padre José Carlos Miguel López nació en mayo de 1986 en el área rural de Villa Comaltitlán, una municipalidad del sureño estado mexicano de Chiapas. Él fue uno de 15 hermanos, de los cuales aún viven 12.
Desde su infancia, el padre José Carlos desarrolló una pasión por el fútbol. “¡Yo qué no hubiera dado por ser un futbolista reconocido! No futbolista del rancho, de esos que juegan ahí los partidillos, sino un futbolista reconocido”, dijo, durante una entrevista.
Siendo su papá un caficultor, José Carlos se involucró en el cultivo desde que era niño. Llegó a disfrutar tanto ese trabajo que cuando alcanzó la edad en que debía iniciar la escuela, no quiso asistir. “A mí no me gustaba ir a la escuela. Yo decía que la escuela era para personas flojas porque se la pasaban sentados en las aulas todo el día, y yo lo que quería era acción, quería trabajar, quería estar siempre moviéndome, ayudándole a mi papá”, añadió el nuevo sacerdote.
Sus padres lo convencieron de iniciar la escuela un año más tarde de lo que le correspondía. Fueron ellos también quienes le inculcaron valores cristianos y la importancia de asistir a misa, a pesar de que vivían en una comunidad mayoritariamente protestante.
Más tarde en su vida, el entonces joven José Carlos tuvo algunas novias y siguió trabajando en el cultivo del café y disfrutando del fútbol. Pero Dios tenía otros planes para él. Cuando llegó el momento de ingresar a la preparatoria (bachillerato), se topó con que no había en su comunidad una opción para estudiar.
Aproximadamente a una hora en bus de la casa de José Carlos, un sacerdote católico ofrecía alojamiento para muchachos de comunidades alejadas que quisieran estudiar en la preparatoria local. José Carlos fue uno de los que vivieron en ese lugar. Fue ahí donde escuchó por primera vez hablar de Glenmary al padre Vic Subb, quien era amigo del sacerdote mexicano y donante del proyecto.
“Tenía alrededor de 100 adolescentes que vivían en esta instalación, que era como un gran gimnasio”, relata el padre Vic, al recordar esa casa de acogida para estudiantes. En una ocasión, José Carlos escuchó al padre Vic hablar de Glenmary y le resultó interesante. La vida de misionero en lugares con nula o escasa presencia católica le atrajo, en parte, por la experiencia de un hermano suyo, que es la de muchos inmigrantes en Estados Unidos.
El padre José Carlos Miguel López fue ordenado el 20 de marzo de 2021.
Este hermano de José Carlos trabajaba en una zona rural de Alabama, donde no había ninguna parroquia católica en varias millas a la redonda. “Cuando mi hermano me dijo que no había misa donde él estaba, eso como que me tocó el corazón. Yo dije: ‘bien, si soy un miembro de Glenmary yo puedo servir en pequeños pueblos donde quizás muchas personas no hablan inglés’”.
El padre José Carlos estudió en un seminario con el que Glenmary tiene un acuerdo de formación en Jalisco, México. Actualmente, él sirve en las misiones de Glenmary: Espíritu Santo y Santa Juana de Arco, en los condados Bertie y Washington, Carolina del Norte, respectivamente.
-Omar Cabrera