“Mi experiencia de voluntariado en una granja de Glenmary me abrió los ojos a las necesidades de las misiones. Sentí que Dios me llamó a una vida de servicio como un misionero lleno de júbilo”.

“La visión misionera de Glenmary me entusiasmó. Llegué a admirar a los hermanos y sacerdotes que conocí y pensé que me haría sentir honrado ser parte de uno de ellos”.

“Estuve buscando un grupo que sea misionero y dedicado a la Virgen María. Cuando encontré a Glenmary a través de su programa de voluntariado, encontré mi hogar”.