Señales del tiempo

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Señales del tiempo

Por: P. Dan Dorsey

Cuando fui elegido presidente en el mes de mayo pasado, me sorprendió ver cuántos cambios han ocurrido desde que fui elegido presidente la primera vez en 2003. Después de todo solo habían sido 16 años, pero el cambio ha sido ¡sísmico!

A nivel nacional, hubo un crecimiento rápido del internet, el aumento de las redes sociales, el declive de periódicos y revistas; los smartphones y la segunda guerra con Irak, por nombrar algunos. También Glenmary ha cambiado, ha disminuido su tamaño pero con un programa de formación más sólido.

El cambio puede ser abrumador, pero como misioneros de Glenmary estamos llamados a ver las señales de los tiempos. Para logarlo, uno debe de aprender del pasado, no temer al futuro y disfrutar el presente.

Me gustaría compartir mis reflexiones mientras busco discernir las señales de los tiempos y cómo es que éstas impactan el trabajo de Glenmary.

Primeramente, el esfuerzo misionero que nuestro fundador P. William Howard Bishop y sus seguidores iniciaron en 1939 es tan necesario hoy en día como lo fue hace 80 años.

Debemos ser creativos y llegar a donde están los marginados y olvidados. Debemos vivir y dar testimonio de un estilo de vida sencillo que valora la creación y que ve en nosotros a sus protectores.

Como sacerdotes y hermanos religiosos, siempre debemos ser transparentes y responsables ante ustedes, entre nosotros y con la Iglesia.

La sociedad de Glenmary debe de relacionarse con los jóvenes e invitarlos a ser parte de nuestro movimiento.

También debemos recordar constantemente a cada parroquia y diócesis que somos misioneros por la virtud de nuestro bautismo.

Permítanme concluir con una cita de la homilía que el P. Aaron Wessman dio a la comunidad de Glenmary en mayo pasado.

“Cuando los miembros de Glenmary ven la llamas que amenzan con quemar el corazón de la Iglesia en América Rural, corremos hacia el fuego. Nosotros no podemos hacer otra cosa más que responder. Puede que no sea la misma respuesta de hace algunos años, pero tenemos la evidencia:

Vemos a los kenianos, lejos de casa, bailando en agradecimento por este carisma.
Vemos a la humanidad siendo alimentada por este carisma.
Vemos a los migrantes siendo maltratados y encontrando santuario en este carisma.
Vemos corazones endurecidos reconociendo la dignidad de otros debido a este carisma.
Vemos a prisioneros desvalidos encontrando la libertad en este carisma.
Vemos a nuestro planeta contaminado siendo curado por este carisma.
Vemos a almas hambrientas siendo alimentadas por este carisma.

Por eso pertenecemos a Glenmary. Por eso, vidas y almas están siendo salvadas”.

Este artículo se publicó en la revista Glenmary Challenge en otoño de 2019.