La jornada hacia Jesús.

“Me dice el Corazón: ‘busca su rostro’.  Sí, tu rostro, Señor, es lo que busco”.Salmo 27

Nuestra vida es una jornada, y para cualquier jornada, tenemos que tener un destino.  De lo contrario, seria paseos sin sentido de un lugar a otro.  Como católicos, nuestro camino o jornada tiene un solo destino: somos guiados por nuestra fe hacia Jesucristo.  Sin embargo, aun con nuestra fe, durante estos viajes todavía nos encontramos incertidumbres y temores que nos pueden sacar de nuestro camino por un tiempo.  A veces aquellos que parecen ser nuestros amigos son los que de igual manera nos guían fuera del camino, y  las tentaciones están siempre presentes.  Encontramos nuestra dirección a través de nuestra oración.

Glenmarians, al igual que otros sacerdotes y hermanos religiosos, no son aquellos que han llegado a su destino.  Como dijo San Benito, “Un monje no es uno que ha encontrado a Dios, sino es uno que busca a Dios para toda su vida”.  Esto significa que nuestra jornada no se ha completado una vez que decidimos entrar a una comunidad religiosa.  En cambio, nuestros miembros en la comunidad nos ayudan en nuestra jornada, que nos guían al amor y la paz de Cristo.  Hemos discernido que una vida con promesas de pobreza, castidad, obediencia y oración es la mejor manera de ayudarnos a permanecer en nuestra jornada.

Por nuestras promesas como religiosos, nos hemos comprometido públicamente a nuestro llamado bautismal a ser discípulos.  Nos damos cuenta que estas promesas también nos comprometen a compartir el amor, la misericordia, la compasión, y el perdón de Dios con los que nos encontramos durante nuestro camino.  Somos capaces de compartir de esta manera sólo porque nosotros también hemos recibido el amor y la misericordia de Dios.  Podríamos optar por ignorar nuestro llamado, pero sólo hará que sea más difícil mantenerse en el camino que nos lleva a nuestro destino.  Podríamos enfocarnos en las veces que hemos fallado, pero este enfoque se hace demasiado difícil para que podamos avanzar en nuestros caminos.  Familiares y amigos pueden creer que somos tontos en intentar, pero si les hacemos caso, podrían impedirnos continuar.

Sigue las señales que te conduzcan a una decisión pacífica.  Lee la Biblia y reflexiona sobre la forma en que te dirige a una relación profunda con Cristo.  Confía en los santos, que son ejemplos de cómo la gente puede vivir su llamado.  Busca consejos de un sacerdote o un hermano, y pregunta cómo han discernido a que dirección dirigirse.  Ofrece tus fracasos, problemas y excusas a Dios mediante la oración.  Busca la misericordia y el perdón y al hacerlo, reconoce con gratitud lo mucho que Dios te ama.  Cree que tú, también tienes dones para compartir con el pueblo de Dios que vive en la Tierra de Misión, EE.UU.. Ven a ver, a través de una visita a Glenmary y las misiones, el camino que te llevará a Jesús.

Si desea más información acerca de Glenmary Home Missioners o le gustaría hablar con alguien sobre cómo seguir su llamado a ser misionero, puedes llamar a 513-881-7494, o pónganse en contacto con nosotros a través de nuestro sitio Web, o envía un e-mail, o ponte en contacto a través de Facebook.

También puedes leer las columnas anteriores por el Hermano David en el sitio Web de Glenmary