Esperar con esperanza y alegria: Una reflexión de Adviento
Por Hermano Joe Steen
Existen dos tipos de personas en este mundo, que esperan de diferentes maneras: las personas que viajan en autobús y las personas que viajan avión.
Las personas que viajan en autobús, son generalmente personas que tienen tiempo de sobra. Ellas no se consideran importantes. Cuando ocurre un retraso, ellos simplemente esperan. Las personas de avión, por el contrario, no pueden esperar. Cuando ocurre un retraso van hacia el mostrador para hacer valer sus derechos y estar a tiempo. Espero poder ser una persona que viaja en autobús porque al que espero, ha esperado por mí toda la eternidad.
Esperar tiene un significado muy diferente para mí hoy, a lo que una vez tuvo. En el pasado fue generalmente un problema; ahora, es un regalo. Esperar es un tiempo durante el que no tengo el control, y esa es la lección que este viejo necesita aprender continuamente. Yo no puedo esperar más rápido o más lento. ¿De qué sirve evitar esperar, creando distracciones? Esperar es esperar. Punto. Pero yo espero con esperanza.
Esperar con esperanza y alegria: Una reflexión de Adviento
Por Hermano Joe Steen
Existen dos tipos de personas en este mundo, que esperan de diferentes maneras: las personas que viajan en autobús y las personas que viajan avión.
Las personas que viajan en autobús, son generalmente personas que tienen tiempo de sobra. Ellas no se consideran importantes. Cuando ocurre un retraso, ellos simplemente esperan. Las personas de avión, por el contrario, no pueden esperar. Cuando ocurre un retraso van hacia el mostrador para hacer valer sus derechos y estar a tiempo. Espero poder ser una persona que viaja en autobús porque al que espero, ha esperado por mí toda la eternidad.
Esperar tiene un significado muy diferente para mí hoy, a lo que una vez tuvo. En el pasado fue generalmente un problema; ahora, es un regalo. Esperar es un tiempo durante el que no tengo el control, y esa es la lección que este viejo necesita aprender continuamente. Yo no puedo esperar más rápido o más lento. ¿De qué sirve evitar esperar, creando distracciones? Esperar es esperar. Punto. Pero yo espero con esperanza.
La esperanza de los cristianos
San Pablo nos dice que hay tres cosas que permanecen: la fe, la esperanza y el amor. Me resulta difícil separar la esperanza de la fe. Cuando veo una, veo la otra. La esperanza tiene un carácter propio. La esperanza no es simplemente una emoción o virtud, es un estilo de vida.
Cuando pienso en esperanza, recuerdo a un hombre al que conozco, Bill, quien tiene serios problemas de salud. Él cuida a su esposa, quien tiene problemas de salud también. Al mismo tiempo cuida a dos de sus hermanos que tienen discapacidades intelectuales. A pesar de todo esto, él realiza voluntariado en la iglesia tanto como su salud se lo permite. Un hombre de tal carácter, claro, es la roca de su familia. Él vive con esperanza, y considera todo esto ordinario.
Pienso en una familia inmigrante que se establece en este país con grandes esperanzas, tal como mis padres irlandeses lo hicieron. La esperanza del inmigrante puede girar de una forma u otra. Muchas veces se realiza con oportunidades, trabajo y oración. Muchas otras, es rota por la política y el miedo.
Me considero mi propio pueblo pequeño, en el este de Tennessee, donde algunas veces veo una iglesia protestante luchando con la disminución de sus miembros. Sin embargo la congregación espera crecer, ser un testigo cristiano en su comunidad.
Al trabajar entre las familias en las comunidades nosotros, los miembros de Glenmary y nuestras parroquias, compartimos esa esperanza de pequeñas maneras. Me gustaría contarles una historia pequeña, ni de una iglesia en construcción, ni acerca de una familia que necesita una casa o de dos iglesias trabajando juntas. Esta historia es una historia del “Reino de Dios”, en su propia forma. Nos encontrábamos construyendo una casa para una familia que tenía varios hijos. Una de las hijas, Lee, tenía alrededor de ocho años. Yo me encontraba muy ocupado un día, cuando Lee se acercó a mí y me preguntó: “Joe, ¿te gustaría ver mi caja musical? Yo estuve a punto de decirle: “No, estoy ocupado”, pero gracias a Dios dije: ¡Sí!
Ella estaba muy contenta, mientras me contaba cómo es que su papá había conseguido esa caja para ella. Él la compró en una tienda de segunda mano. La caja tocaba música cuando la abría, tenía terciopelo rojo en el interior y una bailarina que bailaba con la música.
Resulta ser que Lee había compartido algo muy valioso conmigo. En su alegría pura e inocente, ella necesitaba compartirlo. En ese momento, ella me estaba enseñando acerca de Dios.
Ella me enseñó que, aunque tengamos esperanza en las cosas grandes, como una casa, tal como la que yo estaba construyendo, la esperanza se realiza de diferentes maneras. Ella me enseñó que: la persona que viaja en avión, que soy, yendo al mostrador para resolver mis problemas, necesita transformarse en la persona que viaja en autobús, la que aprende a esperar por historias del “Reino de Dios”.
De eso se trata el Adviento.